El fuego había menguado, consumido por su propio peso. El Ser de Cenizas, aquel que había luchado contra dioses y abominaciones, había visto el fin de su era. Pero en el crepúsculo de su destino, cuando todo debía reducirse a cenizas, el vacío lo llamó. No fue la muerte quien lo reclamó, sino algo más antiguo, más profundo. Naruto, aquel que una vez caminó por un mundo de sombras y brasas, despertó en tierras desconocidas. Su cuerpo aún ardía con la maldición del no muerto, pero en este nuevo mundo, ese fuego era insignificante ante la inmensidad dorada del Árbol Áureo. Había llegado a las Tierras Intermedias.All Rights Reserved
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