Está historia comienza, Un día Lluvioso en el reino De Aleoria. Dónde en un Hospital, Se escuchan Llantos De Bebés. Habían Nacido las Dos hijas de la reina Aurora. Ese día tan lluvioso, donde la luz de la Luna resplandecía, Dos Bellas Princesas Gemelas habían Nacido. Una con la nobleza Escrita en sus venas, y destinada a ser la princesa de un reino próspero y lleno de magia. Mientras que La otra, Arrebatada de su cuna real y criada por una familia campesina, En un rincón Humilde de ese mismo reino.
La reina, ignorante de la tragedia que se avecinaba, besó a su hija pensando que la vería crecer en los jardines del palacio. Pero el destino, tejido con hilos de secretos y sombras, tenía otros planes.
La madre campesina, impelida por motivos que solo ella conocía, decidió robar a una de las princesas condenando a una vida de trabajo a una de las reinas herederas, Haciendo Vivir a la pobre niña Lejos de su madre Legítima.
Los años pasaron y las vidas de las gemelas tomaron caminos opuestos. Una, la verdadera princesa, se convirtió en una joven noble de corazón amable, acostumbrada a la vida sencilla de la aldea. La otra, elevada a la realeza, desarrolló un carácter arrogante y despreciativo, incapaz de ver más allá de sus propios deseos.
Un día, el destino reunió a las hermanas en el castillo. Cuando La Madre Campesina, decidió empezar a trabajar en el palacio real como criada limpiando los pisos de ese gran palacio. Pero no sería sola, la hija también empezaría a trabajar con ella y ahí es cuando El mundo da una Vuelta de 180° y ahí es cuando, Las dos hermanas fueron unidas.
-Mamá, ¿algún día conoceré a alguien como papá? -preguntó la pequeña Zaira, acurrucada bajo sus mantas, con los ojos brillantes por la inocente curiosidad.
-Claro que sí, cariño -respondió, acariciándole suavemente el cabello.
Zaira siempre estaba en las nubes, soñando despierta.
Aquella noche, el sueño la envolvió con una dulzura inusual. Fue entonces cuando lo vio por primera vez: un niño de cabello castaño un poco largo, con ropas en tonos rojo y amarillo. Sus ojos la miraban con una mezcla de asombro y alegría.
Jugaban en un lugar desconocido, definitivamente no era su hogar, pero por alguna extraña razón... se sentía segura allí. En paz.
Ese sueño se quedó con ella. Lo revivió una y otra vez, incluso cuando los años pasaron.
Zaira creció, dejando atrás muchos de sus sueños.
Pero esa noche, algo cambió.
Soñó de nuevo.
La misma sensación la envolvió: aquella mezcla de calidez y extrañeza. Pero esta vez, el chico era mayor. Llevaba el cabello largo, una chaqueta de cuero rojo con dorado, y un gorro de lana rojo.
Le sonrió, y en sus ojos... volvió a ver aquella curiosidad familiar.
Aquella noche durmió mejor que en mucho tiempo.
Después de tantas pesadillas, ese fue el primer sueño que le trajo calma.
Días después, cuando su mejor amigo Ben -el hijo de Bella y Bestia- proclamó que hijos de villanos serían llevados a Auradon, no imaginaba lo que eso significaría para ella.
No imaginaba que, entre ellos, encontraría a ese chico.
El que aparecía en sus sueños desde que era una niña.
El que, sin quererlo, iluminaba -o tal vez atormentaba- su corazón .
¿Las almas gemelas realmente existirán?
Alguna vez lo creyó.
Porque nadie habla de lo que duele tener el alma abierta y no encontrar a quien encaje con sus grietas.
Porque a veces el amor se siente más como una ilusión que como destino.
Al menos hasta que encuentras a la persona indicada .
Portada creada por @cxrdigcn