Bienvenida a Edosamo...
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Zarbalt no existe en los mapas. Es un pueblo donde el tiempo parece suspendido, donde sus habitantes ocultan más de lo que muestran y la fe se convierte en un velo para algo más oscuro. Aquí, las tradiciones son sagradas, las puertas de la iglesia nunca se abren del todo y las miradas siempre parecen seguirte.
Ella llegó por accidente... o al menos, eso es lo que recuerda. Un choque, un coma, y la hospitalidad de dos ancianos que la acogieron como a una hija. Desde entonces, ha aprendido a vivir con las extrañas costumbres de Zarbalt, a ignorar los susurros en las noches de luna nueva y a fingir que no siente ese escalofrío cuando los encapuchados de túnicas moradas recorren las calles con su santo en manos.
Pero el destino tiene otros planes.
Lo imposible se presenta ante ella una mañana cualquiera: un conejo, una cesta de fresas, una escalera que no lleva a ninguna parte. ¿Una trampa? ¿Una invitación? ¿O un llamado del que nunca podrá escapar?
Porque más allá de Zarbalt, más allá de lo que su mente puede comprender, existe Edosamo, un mundo donde las reglas cambian, donde los cuerpos se entrelazan entre sombras y deseo, y donde las criaturas que lo habitan no solo son hermosas, sino peligrosas.
Aún no ha cruzado el umbral. Aún no ha dado el salto. Pero el destino está escrito, y el placer... es solo el principio.
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Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca.
-¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen.
-Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a este lugar! ¡Tú no eres una humana normal! -grita un guardia sin dejar de perseguirme...
-¡No! Yo pertenezco a mi ciudad, con mis padres... -cuando estoy por llegar a la salida veo a dos chicos.
Practicando con espadas...
-¡Sky! ¡Atrápala! -grita Rick...
Uno de los chicos desvía su mirada y nuestros ojos se conectan
Sus ojos dorados me miran fijamente...
Revolotea despreocupado su cabello rubio, pero luego...
Se da cuenta de lo que sucede y me apunta con su espada
Yo me detengo inmediatamente...