Existe la química, el deseo desefrenado, y, aunque Ster Iver crea que no, también existe el amor. Cuando encuentras en una persona una mezcla de todas esas cosas el resultado puede ser caótico y agradable.
Sasha Haley es una mezcla de muchas cosas buenas y malas. Virtudes y defectos. Es terca, obstinada y mordaz. Cree que él amor son sentimientos banales e innecesario... Hasta que ella se convierte en su nuevo vicio. Hacerla rabiar, hacer que saque a flor las emociones que tiene reprimidas. Todo so se convierte en una rutina. Hasta que un pequeño niño de tres años también se une a su rutina y se hace un espacio en su corazón.
Y, sin dudas, ambas se tragan sus palabras cuando, en medio de peleas sin sentido, no pueden parar de pensar la una en la otra