Tokio nunca duerme. Sus luces brillan como estrellas caídas, su energía late en cada rincón, en cada calle, en cada sombra. Pero esta noche, entre el lujo del penthouse más exclusivo de la ciudad, el tiempo parece haberse detenido por completo
Esa noche, el penthouse en lo alto de la ciudad se siente como un mundo aparte. Afuera, la vida sigue con su frenesí imparable, pero aquí dentro, todo se ha detenido. El aire es denso, cargado de tensión y deseo. La copa de whisky abandonada sobre la mesa refleja la luz tenue de la habitación, testigo de la conexión que se ha formado en tan solo unas horas.
Lee Byung-hun está apoyado contra el marco de la ventana, su camisa desabrochada, su piel iluminada por el resplandor nocturno. Su mirada oscura se clava en ti, una mezcla de intriga y advertencia. Como si supiera que esto es un error... pero no pudiera resistirse a cometerlo.