Atados por el destino, condenados por el amor

Isabella siempre creyó en el hilo rojo. En ese lazo invisible, tejido por el destino, que une a dos almas más allá del tiempo y la distancia. Un hilo que puede enredarse, tensarse, desgastarse... pero jamás romperse, fortalecido por el amor.
Desde niña soñó con el día en que su hilo la llevaría hasta la persona destinada a ser su otra mitad. Y cuando conoció a Germán, no tuvo dudas: él era su hilo rojo, su primer y más grande amor. Pero a veces, el destino juega con nuestras creencias, y el amor, en lugar de salvarnos, nos condena.
Isabella nos relata la historia de su hilo rojo, de cómo el lazo que debía mantenerlos unidos se convirtió en cadenas invisibles, en un recordatorio cruel de lo que alguna vez fue y ya no podrá ser. Porque ¿qué pasa cuando el hilo del destino no nos lleva a la felicidad, sino a la tristeza? ¿Qué sucede cuando, en lugar de unirnos al amor, nos ata al dolor?
Cuando el hilo rojo deja de ser un lazo del destino y se convierte en una cadena del pasado.