Escapar del infierno de Heisenberg fue solo el comienzo. Después de huir de un campo de trabajo donde los humanos son usados como carne de cañón para experimentos, una joven se adentra en el bosque, sin rumbo y con el frío calándole los huesos. Pero la muerte la sigue de cerca: una jauría de licántropos la persigue, dispuestos a despedazarla.
Justo cuando todo parece perdido, una sombra oscura cubre la luna. No es un milagro, sino un nuevo tipo de pesadilla. Bela, Cassandra y Daniela Dimitrescu, las sádicas hijas de la condesa de la muerte, masacran a las bestias con la misma facilidad con la que respiran. Y cuando sus ojos dorados se posan en la humana, deciden que no la matarán. Aún no.
La llevan al castillo Dimitrescu, un laberinto de sangre y horror del que nadie escapa. Para ellas, es un simple entretenimiento. Para la chica, otro infierno del que debe huir. Pero con el tiempo, las reglas cambian. Lo que empezó como una simple diversión se convierte en algo más oscuro, más intenso. Una conexión peligrosa surge entre depredadoras y presa.
Las hermanas Dimitrescu nunca han amado a nadie fuera de su familia, y la idea de hacerlo las enloquece. Pero esta humana las desconcierta, las desafía, las obsesiona. Y mientras la atrapan en su telaraña, ella descubre que el mayor peligro no está en el filo de sus garras... sino en lo que comienza a sentir por ellas.
En el castillo Dimitrescu, el amor no es dulce. Es posesivo, retorcido y mortal.