La Hija de la Balanza -Percy Jackson y los héroes del Olimpo

Si hay algo que Elysia quiere en la vida, es amigos. No fama, no poder, no una espada legendaria que corte montañas (aunque eso estaría bueno). Solo amigos. Pero hay un pequeño problema… bueno, no tan pequeño.

Verás, Elysia es hija de Némesis, diosa de la retribución y el equilibrio, lo que suena muy épico hasta que te das cuenta de que la gente te evita como si fueras un cartel de “PELIGRO: VENENO MORTAL”. Su aura tiene ese efecto en los demás. No es que ella haga nada malo, simplemente su existencia pone a la gente nerviosa. Como si en cualquier momento fuera a sacar una libreta y decir: “Recibiste demasiadas bendiciones últimamente, ¿no crees? Hora de equilibrar las cosas”.

Pero Elysia no es así. Gracias a su padre—un hombre amable, blando y más pacífico que un monje zen—ella creció con una personalidad dulce y compasiva.

Cuando se enteró de que era una semidiosa, pensó que al menos eso explicaba por qué la gente la miraba raro. Pero cuando descubrió que era hija de Némesis, entendió el verdadero problema. Así que decidió que no iba a dejar que eso la definiera.

Su objetivo al llegar al Campamento Mestizo no es entrenar para ser la mejor guerrera, ni volverse la semidiosa más fuerte. Ella solo quiere amigos. Amigos de todas las cabañas, amigos que duren. Quiere que, por una vez en su vida, alguien la vea más allá de su aura intimidante y decida quedarse.

Claro, esto no será fácil. ¿Quién iba a decir que hacer amigos en un campamento lleno de semidioses traumatizados con instintos de supervivencia afilados como cuchillos sería un reto? Spoiler: todo el mundo.

Pero si hay algo que Elysia ha aprendido, es que la justicia no siempre es sobre castigo. A veces, el equilibrio que tanto busca su madre no se trata de devolverle a la gente lo que se merece, sino de encontrar su propio lugar en el mundo. Y ella va a encontrarlo, con o sin su aura de “soy peligrosa, pero te juro que no”.

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