Nadie sabe cómo empezó. Tal vez fue la corrupción, tal vez el dinero, tal vez el hambre de poder. Lo cierto es que, con el tiempo, el gobierno cayó, la ley desapareció y el caos se convirtió en la única constante.
Las noticias dejaron de importar. Los ricos se aislaron en rascacielos impenetrables, protegidos por ejércitos privados, mientras que el resto quedó atrapado en un infierno sin reglas. Las calles ya no pertenecen a la gente, sino a las mafias, los traficantes y los mercenarios.
Aquí, no existe la justicia. No hay policía, no hay jueces. Solo hay sobrevivientes.
Y en medio de este mundo podrido, surgió Rosa Negra.
No eran justicieras ni simples criminales. Eran un grupo de mujeres que decidieron no inclinarse ante nadie. No obedecían órdenes, no tenían un jefe. Hacían lo que querían, cuando querían, y no había poder en la ciudad capaz de detenerlas.
Algunas llegaron huyendo. Otras, buscando venganza. Otras, sin saber qué hacer con sus vidas.
Pero juntas, se convirtieron en algo más que un grupo. Se convirtieron en una familia.