La hora azul. ©

Sinopsis.

Él me desafiaba de todas las formas posibles, emboscaba mi paz y me arrebataba la calma, pero de una buena manera. ¿Tiene sentido? Él representaba toda la parte inmoral que me había frenado de tener, ese impulso de deseo, ese impulso de muerte.

Cuando estaba con él sentía dragones volando en todo mi cuerpo; ¿de dónde provienen las famosas mariposas? ¿de amores mediocres?
Yo no estaba enamorada, estaba obsesionada. O eso quería pensar.

Un conjunto de malas decisiones en el transcurso de nuestra historia llevó a que nuestros cuerpos experimentaran el placer de lo prohibido. Sabíamos que no era lo correcto, pero... ¿cuándo lo correcto se había sentido tan bien en nuestras venas? Ese shock de adrenalina, esa chispa que se convierte en oxitocina en el cerebro, de esa de la que no te puedes deshacer y te haces adicto.
Estaba malditamente obsesionada, malditamente embrujada por sus ojos cafés, por sus manos cubiertas de anillos de plata y su manera de reír. Pero no solo eso, estaba jodidamente perdida entre la química y la complicidad... entre la corriente de tensión que fluía uno al otro, y al revés.
Todo esto estaba mal.

Pero era adicta a él.

Siempre lo fui.