Haruko, una mujer de treinta años, confronta la soledad que ha tejido su existencia. Consumida por una enfermedad implacable, repasa una vida de rigores autoimpuestos: dietas estrictas, rutinas infalibles, horas enterradas en el trabajo. Todo para preservar un cuerpo que ahora la traiciona, mientras el alma clama por todo lo que nunca se atrevió a vivir: el amor, el riesgo y la imperfección.
Aunque es tarde, descubre la cruel ironía de su destino: el cerezo, símbolo de fugacidad y renacimiento, guarda en sus raíces el eco de su propia historia. Las yemas, testigos mudos de su despedida, se niegan a abrirse mientras su aliento se desvanece. Pero en el instante en que la muerte la envuelve, el sol invernal teje un haiku de luz entre las grietas de la corteza: una elegía que tal vez nadie leerá... o que, quizás, le dará a Haruko una nueva esperanza de renacer.
¿Es la muerte el fin o el primer verso de algo que nunca supimos nombrar?