en la ciudad de Guanajuato, hace muchos años vivía un bonito muchacho llamado Charles y un humilde joven llamado Carlos.
Un día, los jóvenes se conocieron por las calles de la ciudad y se enamoraron. Carlos iba cada día a saludar a Charles a su casa, donde vivía con su testarudo padre. El joven siempre salía al balcón a esperar a su amado, quien se situaba debajo para hablar con él.
Pronto, el intransigente padre del muchacho se enteró del romance de su hijo y le advirtió que tenía que terminar su relación con Carlos. En cambio, los muchachos no renunciaron a su amor y Carlos alquiló la casa de enfrente para poder saludar a su amado desde el balcón.
Finalmente, el padre del joven los pilló mientras se besaban y, muy enfadado, terminó con la vida de ambos.