¿Alguna vez leíste sobre la reina del Inframundo? ¿Alguna vez escuchaste hablar de la diosa que gobernaba las tinieblas? ¿No?
Quédate y te cuento un poco sobre la querida ninfa de cabello rojo como el fuego y ojos azules como el océano, mi querida Perséfone...
Diosa del Inframundo y de los mortales, fiel creyente de que el amor es algo que se tiene que quemar con brasas ardientes, moldear y pulir para que sea resistente.
La historia de la una vez conocida ninfa del Inframundo, venerada por su belleza, resplandor lúgubre y pureza, se encuentra con el rey de la belleza, la soberbia y amante de la guerra.
Al encontrarse ambos conectan a tal punto que sus almas reconocen a su gemela hasta unirlas en una sola pieza, ocasionando que el mundo que conocen colapse ante las ardientes llamas del deseo irracional, la lujuria y la muerte.
Ante la idea de perderla, y la trillada obsesión por no perder su riqueza, él convierte su amor en una prisión y ella se convierte en la concubina de Adonis su maldición, su amado y fiel carcelero.
Pero el Inframundo es una jaula con reglas:
Perséfone despertó con amnesia, ignorando que fue vendida por sus propios padres a los cinco años y que su pasado de asesina está a punto de salir a la luz.
El trono de Adonis ya tiene una reina, y ella no está dispuesta a ceder su corona a una concubina.
El carcelero la desea, y ella empieza a desear a su maldición.
En el juego del Inframundo, solo una mujer puede tener el control. Y Perséfone está lista para reclamar el suyo... y a su rey.