El mundo y el mar es misterio, es movimiento, sentimientos que seduce y encandilan tanto a hombres como a mujeres.
La atracción que sentimos al ser espectadores de la oscuridad, lo desconocido y sobrenatural, nos adentramos poco a poco en los pasillos oscuros del alma, la adrenalina fluye por nuestras venas y caemos en una adicción inimaginablemente atractiva, como una entidad impredecible, hermosa, inexorable, e indiferente.
La humanidad se ha sumergido desde la antigüedad en cuentos y narraciones de terror que oscurece los sentimientos primitivos de supervivencia, y a pesar del miedo que provoca el saber que la perdición está en frente nuestros, seguimos avanzando hasta caer en el abismo de la oscuridad más escondida de nuestra alma, con la inmensa pasión y adicción al terror.
Hasta el punto de quedar atrapados y no poder escaparnos, sucumbiendo al mundo oscuro, que nos trasforma en fantasmas que vagan por las sombras tenebrosas, o perdidos en la cueva más profunda.
Nos paramos frente a lo desconocido y sentimos el poder dentro de nosotros y pensamos en dominarlo todo, sometérnoslo a nuestros caprichos para descubrir sus secretos.
Sin importar el cuento o el lugar, estamos destinados a encontrarnos con el pánico más profundo al sumergirnos en los sueños que se van haciendo realidad.
El pasillo es real, la oscuridad es real, el terror es real.