Hay una sirena en el sotano de la habitación

Un bailarín marchito.

Una persona lisiada.

Un omega recesivo que perjudicó a su marido alfa.

Han Kyung-seo era un hombre con muchos adjetivos y presentaciones.

-Novia.

'Novia', levantó la vista del espejo, sobresaltado por el título desconocido con el que lo llamaba.

-Novia. Déjame ayudarte a prepararte para entrar.

La voz del miembro del personal era bastante solemne. No había ningún título nuevo para el omega masculino, la raza más rara entre las criaturas.

Guiado por un miembro del personal, Kyung-seo caminaba con la espalda recta, intentando no cojear lo más posible. Jun-won, con su incómoda sonrisa demasiado perfecta, se colocó a su lado.

-Perfecto. No puedo apartar los ojos de tí.

-Te ves muy bien, Sr. Kyung-seo.

Una vez más, no fue ni el amor romántico ni la tierna simpatía lo que hizo que este matrimonio funcionara.

Este matrimonio fue un exitoso "negocio omega".

Jun-won miró a Kyung-Seo con satisfacción, luego se inclinó hacia él y le susurró al oído.

-Parece que sabes muy bien lo que estás haciendo.

Ya no hay marcha atrás.

-Buena suerte, señor Kyung-seo.

Jun-won llamó al matrimonio una transacción.

Se trata de un intercambio por la libertad, en el que la vida está en juego.

'Quiero tener en mis manos a uno de sus hijos.'

El día que entró por primera vez a la mansión, la voz de Jun-won mientras hablaba de sus demandas era extremadamente profesional.

Kyung-seo no podía recordar su aspecto ante lo que vio aquel día.

'Quiero que lleves a ese niño, Kyung-seo, en tu vientre y lo des a luz..'

Algo nadaba en el enorme acuario que me mostró.

Un par de ojos azules emergían de entre su enredado cabello negro azabache, y una larga y enorme aleta caudal rodeada de escamas como armaduras.

No humano.

Kyung-seo levantó las comisuras de sus labios temblorosos una vez más.

Tengo que dar a luz al hijo de ese monstruo.

Decidido, Kyung-seo dio otro paso hacia la luz.