Prohibido |Matienzo|

-Estoy re cansado, Matías. ¿Por qué le decís a todo el mundo que solo somos amigos?

-Porque lo somos, Enzo.

-No, Matías, no lo somos. Un amigo no te lleva flores a la casa, no te dedica sus canciones, no te anda tocando por debajo de la mesa como si se le fuera la vida en eso. Lo nuestro no es amistad. ¿Por qué carajo no lo querés entender?

Matías apretó los dientes con fuerza, evitando mirarlo. Si lo hacía, sabía que iba a caer otra vez. Ya no era solo su Omega el que lo llamaba, era él mismo. Y no podía dejarse llevar.

-No podemos estar juntos, Enzo. Lo que pasó entre nosotros... fueron un par de garches y listo. -Su voz tembló, pero se obligó a seguir-. Tu Omega no soy yo. Es Fran. Con él estás destinado a formar una familia, no conmigo. Yo solo me metí en el medio.

-¡No, Matías! No entendés...

Pero Matías no lo dejó terminar. Se dio media vuelta y se fue con pasos apurados, su silueta desvaneciéndose en el pasillo.

Enzo sintió el pecho oprimirse. No otra vez. No podía permitirlo.

Matías bajaba las escaleras y, con cada peldaño que descendía, Enzo sentía que lo perdía de nuevo. Lo había intentado tantas veces. Había dicho otras palabras, había buscado otros momentos, había tratado de cambiar el desenlace... pero el final siempre era el mismo.

No esta vez.

Esta vez, todo iba a ser distinto.

Enzo se iba a encargar de eso.

Ya no había más intentos. Tenía que arreglarlo todo.