Sombras del Corazón
Las sombras siempre fueron mi refugio. En la penumbra, nadie podía leer mis pensamientos, ni mis temores más profundos. La oscuridad se convirtió en mi aliada, silenciosa, leal, pero también solitaria. Los días eran monótonos y fríos, cada uno pasando sin dejar huella, hasta que... él llegó.
Nunca lo vi en el sentido tradicional, pero su presencia siempre estaba ahí, como una brisa suave que acaricia la piel antes de desaparecer. Axel Morgan, un enigma envuelto en misterio, un susurro en la oscuridad que me hacía sentir observada, pero no con miedo, sino con una extraña seguridad, como si alguien cuidara de mí en las sombras.
Yo no entendía qué significaba esa conexión, ni por qué me sentía tan atraída por alguien que solo existía en los rincones de mis pensamientos. La realidad y lo irreal se desdibujaban entre sus palabras no dichas y sus gestos furtivos. Él no me miraba; me observaba desde la distancia, escondido en el velo del desconocido.
Y entonces, un día, su presencia dejó de ser solo una sombra. Comenzó a dejarme detalles: flores en mi escritorio, poemas ocultos en los pliegues de mis libros, la sensación de que estaba allí incluso cuando los ojos no podían verlo. ¿Era él real? ¿O todo esto era una fantasía nacida de mi mente?
Poco a poco, la oscuridad se hizo más intensa. Y yo, incapaz de alejarme, me sumergí más profundo en el misterio de Axel. Sin saberlo, me convertí en una prisionera de las sombras... y tal vez, de mi propio corazón.