Umi

Dicen que las personas son capaces de hacer cualquier cosa por amor o por la falta de este. Pero, ¿hasta qué punto se puede llegar en busca de aquellos anhelos que parecen esquivarnos en el abismo de nuestra alma? ¿Hasta qué profundidad se puede caer en el pozo de la desesperación y el rencor por no saber, por no tener, por no ser?

¿Vivir con el peso de la incertidumbre, con la sensación de que algo nos falta, de que algo nos ha sido arrebatado? ¿Morir por el latido de un corazón que late por alguien más, por la sensación de complicidad que nos hace sentir vivos? ¿Matar para complacer las heridas que nos han sido infligidas por decisiones erróneas, por la necesidad de venganza que nos consume?

Estas son preguntas que muchos no se atreven a hacerse, que muchos no se atreven a enfrentar. Son preguntas que nos hacen sentir incómodos, que nos hacen cuestionar nuestras propias motivaciones y deseos. Pero, ¿y si le añadimos un nuevo elemento a esta ecuación? ¿Y si, en lugar de vivir, morir o matar, creamos?

La idea de crear, de dar vida a algo nuevo, puede parecer extraña, poco esperada. Puede parecer algo que no tiene lugar en el mundo de la pasión y la desesperación. Pero, ¿por qué no? ¿Por qué no podemos crear algo nuevo, algo que nos permita expresar nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestras necesidades?

La creación puede ser una forma de expresión, de liberación, de catarsis. Puede ser una forma de dar sentido a nuestro mundo, de encontrar nuestro lugar en él. Puede ser una forma de amar, de odiar, de vivir, de morir. Puede ser una forma de crear algo nuevo, algo que nos permita trascender nuestras limitaciones, nuestras debilidades, nuestras heridas.