El fuego despiadado había consumido todo lo que Hoseok amaba, dejando solo cenizas y un profundo vacío. Las cenizas pronto se las llevo el viento, arrastrando consigo vidas y recuerdos lúgubres. Los recuerdos de aquel día seguían estando vivas en su mente, como una herida abierta que no cesaba de sangrar.
—Te encontré— dijo una voz baja y rasposa.
Después de 18 largos años, el demonio que Hoseok creyó dejar atrás ha regresado para reclamarlo. Rodeado de sombras que parecían salidas de sus más crueles pesadillas.
—No escaparas de mi– dijo, con la voz llena de furia– ¡Soy la única familia que te queda!
Buscando un escape de aquel lugar, de los recuerdos, de aquel legado que dejó su alma en cenizas, solo encontró una cruel oscuridad que lo consumía con cada segundo que trascuria.