"Lo más hermoso de un mundo en caos es que encuentras aquello que no buscabas, pero así como lo encuentras lo pierdes. El mundo está lleno de tragedias, muchas involuntarias pero los sacrificios del corazón son heridas dolorosas pero hermosas"
Momo Yaoyorozu.
Sus ojos oscuros encontraron los carmesí de el, notando por primera vez desde que habían emprendido ese viaje, vulnerabilidad, por fin podía ver más haya de la fachada de rudeza y superioridad que trataba desesperadamente en poner.
Se sentó a su lado contemplando como la madera de la fogata improvisada se quemaba, a veces el silencio hablaba más que una palabra. No se sobresaltó al sentir la mano fuerte y ruda de él posarse sobre la suya, el contraste era como comparar agua con aceite, fuego con hielo, cielo con tierra. Las manos de él eran más grandes y fuertes, pero graciosamente eran más suaves a comparación de las manos de ella callosas y con cortes, pero pese eso sus manos eran más pequeñas y delicadas. Muy en el fondo ambos sabían que aunque diferentes se tenían únicamente el uno al otro. Momo dejo que su cabeza se recostara en el hombro de el, sintiendo por primera vez en un año paz, tranquilidad y seguridad. Era gracioso como la persona más agresiva y estoica de su clase le haya dado ese sentimiento de seguridad y tranquilidad.
-Solo somos nosotros Yaoyorozu -aunque no era su nombre principal ya era un avance a su usual apodo.
-Si -acepto en un susurro-. Solo somos nosotros, Katsuki.