Es una fresca mañana de un caluroso verano cuando Fátima se dispone a tomar el desayuno y suena el timbre de su casa. Se pregunta quién será, se mira de arriba abajo y piensa que tal vez su indumentaria no es la más indicada para recibir a una visita. Lleva puesto un vestido gastado de tirantes finas con escote en pico que dejaba entrever un canalillo apretado con sus tetas aprisionadas por un sujetador que se las junta hasta el punto de que una pequeña raya se introduce en su vestido a la altura de su esternón. Cómoda para estar en casa pero tal vez no mínimamente sofisticado para atender una visita. En cualquier caso, cuando el timbre suena por segunda vez, le queda claro que no dispone del tiempo, ni es el momento de acicalarse, por lo que su visita se tendrá que contentar con la versión menos elegante de ella. Abre la puerta con timidez y al otro lado aparece Oliver, el mejor amigo de su hijo...All Rights Reserved
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