Antes, los admiraba.
Observaba cada uno de sus movimientos, memorizaba sus palabras, buscaba cualquier oportunidad para acercarme. Me gustaban... no, me obsesionaban, aunque nunca lo suficiente como para perder el control.
Pero todo cambió.
Ellos fueron quienes rompieron la ilusión, quienes me hirieron sin siquiera tocarme. Y cuando finalmente entendí lo patética que había sido, la vida decidió darme una segunda oportunidad.
Así que hice lo que debía hacer: los olvidé.
O al menos, lo intenté.
Pero ahora son ellos los que no me dejan en paz. Ahora son ellos los que buscan mi mirada, los que preguntan por qué los ignoro, los que actúan como si les faltara algo. ¿Por qué, de repente, me buscan? ¿Por qué actúan como si les doliera mi indiferencia? ¿Por qué están tan desesperados por recuperar lo que nunca les perteneció?
Lo irónico es que, cuando por fin los superé... ahora soy yo la que tiene su atención.