Un agente de bienes raices acepta trabajar para un hombre que hace tratos turbios y ofrece servicios a "toda clase de clientes" siempre y cuando no sean pobres, ni comunes mortales. D. Zaragoza es el provedor (de casas, mansiones, haciendas y palacios, de tecnologías y cuanto lujo pueda ser imaginado), de los más viejos y terribles seres que habitan en el mundo. El secreto de su "éxito" es un viejo libro que por casualidad llegó a sus manos. Para entender esta compilación de las cinco lenguas de las corporeidades tuvo que empeñar su alma y lastimar a las dos mujeres que amó. No empieces a leer esta novela si no comprendes el desolado lenguaje del dolor.