Reencarné en Miraculous..... ¡Cambiaré esta historia llena de ciegos!

Un chico común.
Una vida mediocre.
Un deseo: dormir y olvidarse del mundo por un rato.

¿Resultado?
Morirse sin querer... y reencarnar en el lugar más absurdamente frustrante que el universo podía ofrecerle:
¡El mundo de Miraculous Ladybug!

-¿¡En serio!? ¡¿Pude haber reencarnado en Dragon Ball y me mandan acá!? -grita mientras evita una paloma voladora akumatizada.

Ahora atrapado en un cuerpo que no es el suyo -con suerte, humano- y rodeado de personas que no ven lo obvio ni aunque se lo tiren en la cara (ejem Marinette... Adrien... ustedes saben quiénes son),
nuestro pobre protagonista consigue un prodigio.

¿Un regalo mágico?
¿Una oportunidad de redención?

No. Un castigo envuelto en joyería maldita.

-¡Maldigo este estúpido prodigio! -grita, lanzándolo por la ventana.
Pero claro, la joyita tiene ideas propias... y le rebota directo en la cara.

-¡Y maldigo al maldito de Adrien! ¡¡Lo maldigo TODO!!

Sin héroes que lo escuchen.
Sin escape de la trama.
Y con la sospecha de que algún guionista de este universo se está riendo de su miseria...

Kyle (bueno, ahora ni se llama así)
tendrá que sobrevivir entre mariposas demoníacas, adolescentes lentos para el romance y una ciudad que vive en la más absoluta negación mágica.

Pero quizás...
solo quizás...
pueda romper el guion.

O morir otra vez en el intento.
Quién sabe. El destino es un desgraciado.