San fue criado entre privilegios, desenfreno y absoluta libertad. Nunca conoció límites, hasta que una noche de alcohol, sexo y culpa lo llevó al borde de la muerte... y a la puerta de Dios. Desde entonces, se convirtió en sacerdote.
Años más tarde, es enviado a un pequeño convento en Corea tras la muerte del sacerdote local. Todo parece en calma hasta que conoce a Wooyoung, un joven brillante, servicial y de mirada demasiado sincera. Nadie en el convento sabe que Wooyoung es abiertamente homosexual dentro de esos muros.
Entre rezos, silencios y rituales cotidianos, surge una tensión imposible de ignorar. San, atrapado entre la fe que lo salvó y el deseo que lo condena, comienza a cuestionarlo todo.
¿Puede un hombre que se ha entregado a Dios ignorar lo que su cuerpo y alma le gritan?
¿Y si su nombre, de verdad, no está en el cielo?
HISTORIA COMPLETAMENTE MÍA. POR AHORA NO APRUEBO NINGUNA ADAPTACIÓN.