‘She Wolf’, así fue cómo denominé el retrato. El nombre tenía dobles sentidos, puesto que ella me inspiraba tanto la naturaleza salvaje y voraz de una loba, como el significado callejero de la palabra. ‘Loba’, una de las miles de formas de llamar a las mujeres que ofrecen sus cuerpos a cambio de dinero. Viajé a Escocia con la ilusión de pintar paisajes. Sin embargo, me quedó muy claro que eso no era lo que me esperaba. Me encontré con Mérida, una hermosa y joven dama, que se había trasformado en la musa que todo artista masculino deseaba tener. A pesar de eso, ambos éramos polos opuestos. Dos almas heridas que buscaban desesperadamente una cura, probando de todo menos con el cariño del otro. Pero, así como ya me lo ha demostrado muchas veces, el destino podría hacer que todo cambie… y permitirme domar a la bestia. Me podría permitir enamorar a la loba.
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