Enamorarse profundamente de alguien y descubrir que los sentimientos no son correspondidos... para el era como cargar con un incendio que nadie más veía. Intentaba alejarse, pero siempre terminaba regresando, atraído por una fuerza invisible, como un náufrago que insiste en buscar la orilla aunque sepa que nunca la alcanzará. Reprimía cada emoción, guardando en silencio lo que su corazón gritaba, y ese silencio le dolía.
Pero la realidad siempre regresaba con violencia: él pertenecía a otra. Y ese recordatorio la perseguía como una herida que nunca terminaba de cerrar. Intentaba alejarse, poner distancia, pero cada recuerdo la traía de vuelta, como si el destino disfrutara de su tortura. Reprimir lo que sentía era como sofocar un incendio con las manos desnudas: cada intento la quemaba más.Le dolía.
Dicen que la cura al desamor es el tiempo, otros murmuran que es encontrar a alguien más... pero nadie sabía que, en el fondo, el seguía buscando su sombra en cada rostro que veía, como si todavía quedara la esperanza de hallar en otra piel el eco de lo que nunca pudo ser suyo.
Y tal vez, solo tal vez, un día alguien llegaría. No para curar lo que fue, ni para borrar sus cicatrices, sino para caminar junto a lo que era ahora: un corazón que aprendió a sobrevivir al fuego de un amor imposible
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