Silencio ruidoso

Un sótano vacío. Tan callado que hasta una gota retumba como disparo.
No sé cuántos días llevo aquí. Podrían ser semanas. O meses. Perdí la cuenta cuando me arrancaron del campo de batalla.
Era el mejor de mi batallón y casi muero como un perro, tirado en un campo desierto, rodeado de barro, pólvora y cuerpos pudriéndose bajo la lluvia. El frío me calaba hasta los huesos, mezclado con el olor a muerte. Ese es mi último recuerdo antes de acabar encerrado en este agujero.
No hay ventanas. Solo paredes húmedas, una luz que parpadea y la gota maldita que rompe el silencio cada tanto.
No sé quién me tiene aquí ni qué quiere. Solo sé que afuera la guerra sigue, y aquí adentro esperan que siga respirando para lo que sea que planeen.
A veces pienso que debí morir allá, congelado, entre los míos. Quizá hubiera sido más fácil.

Pero sigo aquí. Y sé que cuando abran esa puerta... algo peor me espera.
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La imagen de portada no es de mi autoría.