En cada rincón de una cantina hay más que copas vacías y mesas gastadas por el tiempo.
Hay historias. Algunas reales, otras envueltas en el velo de la ficción, pero todas nacen de voces que buscan ser escuchadas.
Entre el ruido de vasos chocando y el murmullo de conversaciones, el cantinero es más que un simple espectador: es el confidente silencioso, el guardián de secretos y recuerdos. Aquí, en esta barra, los amores perdidos, las despedidas amargas y los encuentros inesperados encuentran refugio en relatos que van y vienen como el humo del cigarro.
Cada hora, un nuevo personaje llega con su historia. Algunas se cuentan con nostalgia, otras con rencor, y unas pocas con la esperanza de que alguien, aunque sea por un instante, las entienda. Y al final, cuando la última copa se vacía y los pasos se alejan, el cantinero acomoda las botellas, recoge los vasos y deja que las historias se queden atrapadas entre las paredes del bar, esperando la próxima voz que quiera contar su verdad.
Marta se ha reencontrado con su primer amor. Tiene novia, mensajes que queman... y un juego que engancha.
Clara ha cruzado la línea con su mejor amigo. Y justo entonces aparece alguien nuevo que disfruta desafiándola.
Entre cafés, risas y noches que se complican, ambas descubren que hay deseos que no se olvidan... y otros que despiertan sin permiso.
Una historia de amistad, vaivenes, deseo, decisiones mal archivadas... y capítulos que nadie se atrevió a cerrar.