"¿Firmarías el contrato?" eso me preguntó ese chico de ojos verdes en una fiesta en Mónaco, quería que firmara un contrato de confidencialidad y que pasara una noche con él, para luego conforme el contrato decía, cerrar la boca de por vida y zanjar el tema, un secreto de dos que se llevaba a la tumba por un pedazo de papel firmado y por la lujuria de un hombre famoso, lo que él no sabía era el porqué rotundo de mi rechazo y luego el matiz de vergüenza en su cara al ver quíen era yo realmente.
"Tus ojos brillaban como las estrellas del firmamento esa noche más tu sonrisa era tan cálida y suave así como los delicados rayos del sol durante el ocaso."