No era igual. No, era diferente al resto, ni siquiera poseía el mismo corazón que ellos. Aunque mi vista era limitada, podía ver más allá de su piel, más allá de su rostro, podía ver su corazón. Un corazón que enamoraba por su humildad. Por su disposición de ayuda a los demás sin reproches y sin pedir nada a cambio. Un corazón que era más grande, literalmente hablando, de lo que en realidad era. Aunque bombeaba sangre, al igual que cualquier ser humano, su corazón me atraía. Sabía que estaba hecho de otra esencia. Podía oler su corazón y nunca parar de oler esa hermosa fragancia. Era agradable a mi olfato. Podía respirar sus pensamientos. ¿Y sabes por qué? Porque él fue el único que me abrió su corazón por completo, totalmente sincero, desnudo su corazón para que yo pudiera verlo y nunca me escondió nada. Sí, era diferente al resto. Y por eso, lo escogí a él.
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