Colmillos entre rosas de media noche
Entre sombras y sangre, donde la noche teje su lamento,
nació un príncipe caído, forjado en odio y tormento.
El fuego arrebató su infancia, la cruz selló su dolor,
pero la muerte, en su abrazo oscuro, le otorgó su nuevo ardor.
De su ira brotaron espinas, de su amor, pétalos de dolor,
y en un campo de rosas negras encontró su último fulgor.
Una doncella con mirada de luna, un susurro entre la tempestad,
le mostró que incluso los monstruos pueden ansiar la eternidad.
Mas la fe de los hombres es cruel, la traición su lengua mortal,
y la hoguera clamó su sacrificio, un amor destinado a sangrar.
Pero el vampiro no conoce cadenas, ni el olvido su nombre borró,
y con colmillos afilados, su venganza en la noche cantó.
Cuando el mundo al fin sucumbió a su propia devastación,
bajo hongos de fuego y ruina renació su redención.
Ya no Príncipe de la Oscuridad, ni un espectro condenado,
sino Vlad, esposo y padre, en el amor finalmente anclado.
