La última vuelta. Jenlisa (GIP)

Nunca imaginó que la velocidad podía destruir tanto.
Ni que el rugido de un motor pudiera convertirse en gritos dentro de su cabeza.

Lisa Manobal había nacido para correr. Para acelerar sin mirar atrás. Hija del legendario Marco Manobal, el piloto que murió en llamas frente al mundo, la joven tailandesa parecía tener el destino marcado en la piel: gasolina en las venas, gloria en la mirada, dolor en el pecho.

A los 24 años, Lisa lo tenía todo: fama, dinero, una carrera brillante como piloto novata de Fórmula 1, y una novia que el mundo adoraba: Rosé Park, la cantante con voz de oro y sonrisa rota.

Pero la gloria tiene precio. Y el suyo fue el alma.

Drogas, escándalos, peleas en público, fotos filtradas, noches sin dormir, mañanas sin memoria. El caos era su nueva adicción.
Hasta que una noche cualquiera -otra más en un club lleno de humo, luces y cuerpos vacíos- apareció ella.

Jennie Kim.

Ni rica, ni famosa. Solo una mesera más con ojeras y una voz suave. Una chica de familia rota que servía tragos a quienes nunca se fijaban en ella.

Pero Lisa sí la vio.
Y ese fue el inicio.
O tal vez, el freno que nunca supo cómo usar.