En un continente dividido por el poder elemental, dos reinos se alzan con dominio absoluto: Ignarion, tierra de fuego, pasión y conquista, donde la fuerza se valora por encima de todo; y Glacerya, el imperio del hielo, gobernado por la razón, el control y el deber inquebrantable. Entre ellos, una paz frágil se mantiene gracias a alianzas forzadas, promesas incumplidas... y sacrificios humanos.
Flora, hija bastarda del rey de Ignarion y portadora del despreciado poder de la naturaleza, ha pasado su vida escondida entre sombras y raíces. No es guerrera, no es princesa, y en su mundo, eso la convierte en nada. Pero cuando el Reino del Fuego debe enviar una mujer real como parte de un tratado con Glacerya, no es la favorita del rey quien cruza las montañas heladas... sino Flora. Enviada como esclava decorada, un simple intercambio para preservar el honor de la realeza.
Caelan, el joven rey de Glacerya, fue criado entre hielo y estrategias. Su corazón late con el mismo frío que recubre su tierra. No espera nada de esa muchacha callada de ojos verdes y manos suaves. Pero algo en ella-en su silencio, su magia viva, su dignidad inquebrantable-empieza a resquebrajar el hielo que lo rodea.
En un mundo donde el fuego arde y el hielo mata, una flor prohibida comienza a florecer.
El reino de Vhaelor parece estar bendecido por los dioses. Su cielo es claro, sus inviernos apenas un susurro de escarcha y su gente vive en una paz inquebrantable. Todo parece perfecto, inmutable, como si el tiempo hubiera decidido favorecer a su pueblo con prosperidad eterna.
Pero esa perfección tiene un precio.
Cuando Mavros regresa, Vhaelor deja de ser intocable. La princesa Aneida, criada para ser la joya de su reino, descubre que su vida ha sido una mentira cuidadosamente tejida. Su destino no es suyo, y la seguridad de todo lo que conoce depende de una promesa que nunca hizo... pero que la ata de todos modos.
Negarse no es una opción. Y cuando lo hace, el mundo a su alrededor se congela en el tiempo.
Desesperada por respuestas, Aneida huye.
Lo que la espera más allá de Vhaelor es un invierno implacable, un castillo enterrado en la nieve y un hombre que la observa con la furia de quien ha esperado demasiado. Tirian conoce la verdad, pero también guarda cicatrices de las decisiones que ella misma tomó en un pasado que no parece recordar.
A medida que las piezas encajan, Aneida se enfrenta a una pregunta imposible: si el amor alguna vez fue real, ¿puede volver a serlo? Y si la verdad siempre ha estado en sus manos, ¿qué pasará cuando deba elegir entre romper el ciclo o aceptarlo?