Era el noble hijo de una de las familias más antiguas de Roma. Provenía de un linaje que se remontaba hasta los mismos dioses. Estaba destinado a rubricar con su nombre la historia de su país. Pero eso fue antes. Akron no es más que un esclavo vendido en los confines del Imperio. Su objetivo es claro: aguantar hasta que su hermano le encuentre y le lleve de vuelta al lugar que le corresponde por derecho. Pero las cosas se complican cuando unos extraños hermanos se cruzan en su camino. Y es que allá donde las fronteras se desvanecen, se abren las puertas a otros mundos. -·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·- Portada de Tamara Capel instagram.com/srtapalm/ twitter @srtapalm -·-·-·-·-·-·-·-·-·-·-·- Lo primero de todo, querido lector, es que debes tener claro que esto es una historia de FICCIÓN. ¿Qué quiero decir con eso? No es una novela histórica, es una novela de fantasía. Fantasía ambientada en el Imperio Romano, de hecho, en la República Romana (si nos ponemos tiquismiquis, por algunas conversaciones podríamos suponer que se trata del 42-45 a.C., una década después de la rendición de Vercingétorix, por lo que no había Imperio, sino República, pero Imperio queda como más maloso, culpa de la Guerra de las Galaxias, supongo). Las leyes sobre la manumisión no-solemne (emancipación de esclavos) aparecen con Tiberio, el descendiente de Augusto. Todavía falta bastante para eso. En este punto de la historia las únicas formas que tiene un esclavo de conseguir su libertad es per censum, per vindicta o per testamentum, y todas implican la voluntad del amo ante un magistrado (aunque sea a modo de testamento). Y con estos dos apuntes quiero decir que... es mi historia, he procurado documentarme mucho (sigo haciéndolo) pero no la uses para estudiar Roma Clásica, ¿vale? Intenta pasártelo bien y si tienes algún problema repite conmigo: ES FICCIÓN. ¡Gracias!
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