-¿Te gustan las matemáticas?- dijo mi madre. -Me encantan.- le respondí. Me llevó sus dulces manos hasta las mías, las acarició. -¿Sabias que con ellas puedes "predecir" cualquier cosa? -Si, pero sé que los sentimientos no. Me alzó la mirada, y nos vimos fijamente por un momento, parecía eterno. -Te equivocas. También pueden ser "predecidas", incluso el sentimiento más confuso y fuerte. -¿Cual es ese, mami? Ella me acarició de nuevo las manos, me miró fijamente, sonrió. -El amor.