Londres, 1943.
Eleanor Hartley, de dieciséis años, caminaba silenciosa por los largos pasillos del cuartel general, siguiendo de cerca a su padre, un diplomático de voz firme y paso decidido. No tenía con quién quedarse aquella tarde, así que su padre le había ofrecido acompañarlo a su trabajo, aunque Eleanor preferiría mil veces estar en su habitación leyendo o soñando despierta.
Su rostro sereno y su sonrisa suave llamaban la atención sin esfuerzo. No era una jovencita ruidosa ni estridente; era tranquila, respetuosa hasta el extremo, y parecía llevar en ella esa belleza clásica y atemporal que nunca pasa de moda. Sus ojos tenían una mirada sensible, como si llevara guardados secretos en lo profundo, y aunque pocas palabras salían de sus labios, cada gesto suyo parecía medir el mundo con delicadeza.
Eleanor adoraba la idea del amor, aunque nunca se había permitido pensar en él con la ingenuidad propia de su edad. En el fondo, era una romántica empedernida, amante de la idea de enamorarse, de esos momentos robados donde el tiempo parece detenerse. Sin embargo, la guerra había endurecido todo a su alrededor, y ella aprendía a guardar sus sentimientos, a protegerlos como un tesoro escondido.
Fue entonces cuando lo vio por primera vez: Steve Rogers, veintitrés años, flaco y nervioso, pero con una determinación palpable en cada movimiento. Se acercó a la sala de reuniones donde su padre debía presentarse y, sin saberlo, dos mundos a punto de colisionar se miraron a los ojos.
Maia llevaba tiempo escapando de las personas, pero no fue hasta que sus miradas se cruzaron de forma inesperada que toda su vida cambio.
***
Todo lo que Maia quería era terminar su ultimo año y olvidar lo que había tenido que pasar para decirle adiós a la peor etapa de su vida y concentrarse que haría al finalizar el año, su sueño no era valido para su padres considerándolo una fantasía. Quería el anonimato, seguir siendo una alumna mas recorriendo los pasillos de la escuela, odiaba la atención excesiva que podía recibir y por mas había cedido, las miradas la seguían inquietando.
No sabia que su ultimo año seria tan difícil y caótico cuando Junior apareció dispuesto a derribar sus muros mostrándole que lo que quería era posible; solo tenia que hacer una cosa, volver a confiar y estar dispuesta a amar. Había un problema, él la conocía porque la persona que Maia una vez creyó amar y quien mas daño le causo había entrelazado sus caminos.
¿Estas dispuesto a perder el amor que juras no sentir? ¿Eres consiente de lo que lleva dejar entrar a las personas? ¿Podrás alejarte de un viejo amor al que creías olvidado? ¿Estas dispuesto a redescubrir tu vida?
CEDER, CORRER Y CAER.
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Historia original.
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