Viviendo un juego

Me había cansado de que me impongan una realidad.
Era chica, muy niña, pero comencé a jugar un juego que marcó un antes y un después en mi vida.
¿Quién no jugó con platitos, muñecas y autitos?
Muchas personas en su infancia se crearon amigos imaginarios con los cuales jugar. Yo fui aquella niña que hablaba con peluches y que un día comenzó a imaginar personas. Hablaba con ellas, les creaba una historia, una familia.... Así fui creando una dimensión con mis personajes.
Mi hermano, que es menor que yo, le gustaba jugar a crearles historias y actuar como si fuesemos aquel personaje. Así descubrimos la personalidad que poseía cada persona imaginaria.
Ya crecimos, el problema está en que nunca dejamos de jugar.

Tengo 18 años y estoy en el límite de dos realidades: la que vivo materialmente y la que mi imaginación descubre cada día.

Hoy voy a demostrarles que los juegos de niños tienen mucha importancia en nuestras vidas.