En este libro, cada capítulo abre la puerta al almacén de química de una universidad pública cualquiera, donde Elena, una profesora sabia y empática, y Leo, el almacenista de risa fácil y consejos sin filtro, reciben cada día a un grupo de estudiantes tan distintos como reales.
Están quienes buscan materiales... y quienes buscan escucharse. Están los que llegan por rutina... y se quedan por afecto. Algunos son reservados, otros caóticos, pero todos tienen algo en común: aquí encuentran un espacio donde se habla de la vida, del amor, del sexo, de los miedos, de los sueños. Temas que en otros lugares serían tabú, aquí se comparten sin juicio.
Cada relato recoge una voz, una vivencia, una enseñanza que no aparece en libros de texto, pero que marca igual -o más.
Bienvenidos al almacén. Donde se aprende química... pero sobre todo, se aprende a vivir.
Mia lo tenía claro: la universidad no era solo un nuevo comienzo, era su única salida.
Escapar del silencio incómodo de su casa, de un pueblo donde nada cambiaba, de una relación rota que aún dolía. Por fin, sola, en una ciudad nueva, con una maleta cargada de libros, miedo... y esperanza.
Pero la independencia no es tan fácil como suena. Mientras intenta encajar, hacerse un lugar entre fiestas ruidosas, compañeras brillantes y clases que exigen más de lo que creía tener, Mia descubre que también debe enfrentarse a lo que dejó atrás. Y a lo que empieza a sentir ahora.
Diana, la amiga inesperada que parece entenderla sin que tenga que explicarse.
Jace, el chico de los silencios incómodos y la mirada que esconde algo.
Y Vicky, su mejor amiga de siempre, que empieza a parecer cada vez más lejana.
Entre decisiones que no sabe si están bien o mal, verdades que duelen y secretos que calla incluso a sí misma, Mia tendrá que aprender que crecer a veces es romperse un poco. Y que no todas las historias de amor empiezan bien... ni terminan como esperas.