Hasta ahora no tengo un punto claro en mi memoria, sin embargo lo sigo buscando, e intentando entender...¿por qué?...
Han pasado 89 días desde la primera vez que sentí su presencia...sentí...puesto que no soy lo suficientemente capaz de contemplar su rostro, o si quiera de entrometerme en su mirada.
Las veces que lo hice...era como si hubiera alcanzado la catarsis en su mayor expresión, al menos por esos segundos...en ese lugar, profundo, casi en la esquina del todo...y de todos.
Hay demasiadas cosas por entrever aún y otras, que son evidentes (al menos así lo quiero creer, hasta que el tiempo me indique lo contrario).
Y es así como la solemne frase "tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo" me intrinca el alma cada vez que llega, y se redacta con fuego en mi mente, y traspasada con aguja en cada uno de mis poros.
Esto no es normal...lo sé...lo que me hace sentir, es una maldición para alguien como yo.
Aun así...y a pesar de cualquier murmullo que veo flotar a menudo en el ambiente (sea o no audible o ...visible), no pienso y ni pensé moverme de aquel sitio...ja...que digo, estaré allí todo el año, tal vez...
Su presencia es tan enfermiza como emancipadora, hasta un punto cual todo el peso de mis negruras solo se desploman, como también se convierten en algo indomable para mí.
Hasta que un día, después del mismo ajetreado lugar mundano y trivial, yo me desplomé junto a mis negruras...y en ese instante me implanté un juramento: Nunca lo voy a dejar...cueste lo que me cueste.
Fue allí...en donde también...me di cuenta de que...de un momento a otro...me volví una completa masoquista.