Yo era un nombre sobre una piel que no me pertenecía.
Un eco en la garganta de otra.
Una cicatriz que aprendió a hablar.
Durante años construí un imperio de máscaras y silencios. Me llamé Catalina, pero bajo ese nombre habitaba otra: más antigua, más feroz, más mía. Kaia.
Ella fue mi abismo y mi refugio. La creadora de mi dominio y la ejecutora de mi condena.
Con sus manos amé. Con sus labios mentí. Con sus ojos aprendí a mirar sin ver.
La historia que estás a punto de leer no comienza en un punto fijo, porque el tiempo en este lugar no es lineal. Todo ocurre a la vez: el deseo y la ruina, el amor y el sometimiento, la verdad y el delirio.
No sabrás qué fue primero: si la herida o el cuchillo, si el espejo o el reflejo.
Conocí al hombre con máscara en una sombra.
No en un día, no en una escena.
Él me conocía desde antes de que yo naciera.
Me ofreció un pacto sin palabras, una prisión sin barrotes.
Me dio un libro y me dijo:
"Escribí la peor versión de vos.
Si lo hacés, te regalo la mejor."
Pensé que se trataba de ficción.
Pero no era un juego.
El Reino de los Espejos no es un lugar.
Es una grieta.
Un hueco que se abre en el alma cuando dejás de fingir que sos humana.
Asher fue la grieta dulce.
La mascara la grieta que sangra.
Ambos me reclaman, como si yo fuese una respuesta que no recuerdo haber dado.
Ambos me destruyen, como si sólo a través de la muerte pudiera renacer.
Esta es la historia de una mujer que fue muchas.
De un amor que no es redención, sino ritual.
De un deseo que no se entrega, sino que arranca.
No me creas todo lo que te diga.
Estoy escribiendo esto con la tinta del olvido.
Y en este reino... los espejos no reflejan,
devoran.
Siempre es "chico malo y chica buena"
o "chica mala y chico bueno".
¿Pero qué pasa cuando envían a Dana Ferwin, la hija de uno de los hombre mas ricos, al internado exclusivo de Londres?
El mismo internado donde está Scott McDaniels, el diablo en persona.
Pero cuidado Scott, Dana és más peligrosa que la pólvora.
A ella no hay que echarle chispa, explota sola.