Fuimos promesa bajo una tormenta

En los rincones silenciosos del internet, donde las palabras parecen más sinceras y las miradas se adivinan entre letras, Charlotte conoció a Engfa. Todo comenzó con una conversación casual en un grupo olvidado, un mensaje simple que encendió algo más complejo: una chispa tímida en el corazón de alguien que no buscaba enamorarse... pero lo hizo.

Charlotte cayó, suave y de forma irremediable, por aquella chica de sonrisa dulce y respuestas rápidas. No sabía mucho, no sabía todo, pero sabía que quería quedarse. Engfa, por su parte, parecía abierta, atenta... pero en su voz siempre vivía un fantasma, una sombra invisible con nombre de ex.

El amor que Charlotte ofrecía era honesto, pero el eco que recibía no tenía calor. Aun así, se atrevió. Le pidió ser su pareja. Y Engfa, entre dudas y silencios, dijo que sí.

Pero el amor no florece donde el pasado aún ocupa espacio. Charlotte lo sintió: la distancia emocional, las respuestas vacías, los silencios que dolían más que las palabras. Así que, un día, decidió irse. Y Engfa... la dejó ir.

Sin lágrimas. Sin lucha. Sin siquiera intentar detenerla.

Y es ahí donde comienza esta historia. No con el amor que todo lo vence, sino con la herida que todo lo revela.