"Una historia sobre todo lo que no se dice, y sin embargo permanece."
Matt vive en pausa.
Silencioso, metódico, distante. Ha hecho de la soledad un refugio y del silencio una compañía fiel. Su mundo gira alrededor de rutinas discretas, pensamientos que nunca pronuncia y heridas que ha aprendido a llevar en el bolsillo, como monedas gastadas. Ya no espera nada. Y en el fondo, ha dejado de creer que algo o alguien pueda rozar lo que aún queda vivo en él.
Hasta que una tarde cualquiera, en una librería cualquiera, un gesto mínimo cambia el curso de todo.
Kilian aparece como lo hacen las cosas que importan: sin previo aviso, sin ruido, pero con una intensidad que deja huella. Él no pregunta. No invade. Solo está. Con su voz tranquila, su mirada que parece ver más de lo que uno muestra, y ese aire sereno que lo vuelve casi irreal. Como si llevara un otoño propio dentro del pecho.
Lo que sigue no es una historia de amor rápida, perfecta o tradicional.
Es una historia de silencios compartidos, de momentos suspendidos, de vínculos que no necesitan etiquetas.
Una historia de dos chicos con cicatrices distintas, intentando descubrir si aún es posible dejarse tocar sin romperse del todo. Este libro está hecho de tardes grises, de miradas que dicen más que mil palabras, de parques en otoño, de casas silenciosas, de piel que tiembla sin ser tocada.
Y de la promesa sutil de que, incluso cuando algo termina, puede dejarnos un eco lo suficientemente fuerte como para cambiarlo todo.
Porque a veces, basta un solo instante para volver a creer.
Y a veces, ese instante... duele tanto como vale la pena.