Dicen que los monstruos no nacen, se construyen. Que a veces usan trajes bien planchados, caminan rectos y hablan en susurros. Él, el hombre sin nombre, recibió un sobre sellado con instrucciones precisas: encontrar al niño, ganarse su confianza... y matarlo.
El problema es que el niño reía con el alma.
En un mundo donde las órdenes valen más que la conciencia, y donde el amor no es más que una debilidad táctica, esta historia comienza con una contradicción: un asesino que no sabe si está a punto de destruir una vida... o salvar la suya.
Las estrellas miran desde arriba. Son testigos silenciosos de lo que está por venir.
Y tú, lector, ¿obedecerías las instrucciones?
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