Jin era el nuevo practicante en el área de oficinas de una gran empresa de distribución. Apenas llevaba un par de semanas, pero ya había aprendido a moverse entre reportes, llamadas y correos interminables. Lo que no esperaba era que lo que más lo motivara cada mañana no fuera el trabajo... sino las charlas que comenzaban a tener con el jefe de logística: Jeon Jungkook.
Jungkook era alguien que, a pesar de ser un supervisor respetado, tenía un aire relajado que hacía que todos en la empresa se sintieran cómodos a su alrededor. Así que cuando Jin debía coordinar asuntos entre oficinas y logística, las conversaciones fluían con naturalidad, y entre datos y números, de vez en cuando se colaban risas y bromas.
Una tarde, mientras revisaban un pendiente entre ambos departamentos, Jin sonrió, un poco apenado.
-Oye... creo que te vi el fin de semana en el centro, pero no estaba seguro si eras tú -dijo, girando un poco el bolígrafo entre sus dedos.
Jungkook lo miró curioso, con una leve sonrisa.
-¿Ah sí? ¿Dónde fue?
-Por la plaza principal. Ibas caminando hacia la calle de los cafés. Bueno... creo que eras tú. Llevabas una gorra negra, pantalón de mezclilla, una playera blanca y una camisa negra encima...
Jungkook asintió, divertido.
-Entonces sí era yo. Andaba con mis padres y mis hermanos, fuimos a comer.
-¡Ah! Entonces no estaba tan loco -dijo Jin, riendo suavemente-. Dudé si saludarte o no, pero no quería confundirme y que fuera alguien más.
-La próxima vez salúdame, no pasa nada -dijo Jungkook, inclinándose un poco hacia él, con esa expresión cálida que lo caracterizaba-. Aunque esté con mi familia, me daría gusto verte.
Jin sintió que el corazón le daba un pequeño salto, aunque solo asintió intentando que no se notara demasiado el calor que le subía a las mejillas.
-Lo haré, lo prometo.
Ese pequeño momento quedó rondando en la mente de ambos el resto del día, como un detalle simple, pero que sin darse cuenta