Yo vivía sin rumbo. Cada día sentía que mi vida se apagaba un poco más, sin propósito, sin dirección. Hasta que vi esas dos rayas rosadas marcadas en una prueba de embarazo. En un instante, todo cambió. Estaba creando vida... dentro de mí. Fue un choque emocional, un golpe de realidad. Pero, ¿realmente estaba lista para ser mamá? Si ni siquiera había terminado la preparatoria.
Este no es un cuento de hadas. No es la historia de una maternidad perfecta ni de pañales con olor a flores. Este es mi diario, el de una madre que se rompió en silencio. Que amó, sí, pero también lloró, gritó, se cansó y muchas veces... quiso huir.
Porque no todas las maternidades son de color rosa. Algunas se escriben en tinta oscura.