Brianna Córdova, mejor conocida como Briar, está lista para comenzar una nueva etapa universitaria en una ciudad desconocida. Llena de energía, sarcasmo y una curiosidad imparable, lo último que espera es cruzarse con Killian Devereux: un chico encantador, alegre, siempre con una sonrisa lista... pero cuyas palabras esconden más de lo que muestran.
Killian estudia Ingeniería Industrial, carrera exigente a la altura del legado familiar. Los Devereux son una de las familias más reconocidas del país: dueños de varias empresas punteras, con influencias en el mundo de los negocios y el arte. Su madre, celebrada pintora internacional, y su padre, un magnate admirado por su visión estratégica, aparentan tenerlo todo bajo control.
En los círculos sociales y en la prensa, todos saben que Killian tiene una hermanita enferma de cáncer: la ven en galas benéficas, en eventos de recaudación, en reportajes que hablan de coraje. Pero Briar, enfocada en su propia vida, aún no lo ha descubierto. No ha visto los titulares, ni asistido a esas recepciones; para ella, Killian es solo el chico cuya risa llena un pasillo.
Killian vive dividido entre la luz que proyecta -bromas, amabilidad, carisma- y el dolor real que guarda en silencio. Solo su mejor amigo conoce esa parte frágil que emerge cuando apaga las luces.
Cuando Briar y Killian se encuentran, no hay fuegos artificiales, ni frases cursis. Hay tensión, preguntas, una atracción que les quita el aliento. Y aunque Briar aún no sabe el peso de la verdad familiar, algo en él la arrastra hacia un vínculo tan profundo como peligroso.