
-¿Qué estás haciendo aquí? -murmuró ella, con esa voz baja que me desarmaba más que cualquier maldición. Su mirada temblaba. No de miedo a mí... Sino a que nos vieran. -Vine por ti -susurré, colándome por la ventana como si tuviera derecho a hacerlo. Ella retrocedió un paso. -Jinu... No puedes estar aquí -dijo, con la voz rota- Nos van a ver... No la dejé terminar. -¿Y qué si nos ven? -reté, con la voz quebrada por el deseo- Vengo a llevarte conmigo... Lejos de todo y de todos. En ese momento no sabía que esa noche marcaría todo lo que perdería. Que la única voz que amaría para siempre, sería también mi condena. Your Voice, My Curse Algunos amores nacen para ser una maldición. Y yo llevaba siglos aprendiendo a vivir con eso.All Rights Reserved