Fui a su casa con la esperanza de encontrarlo ahí, ¿Por qué no responde mis mensajes?, ¿le habrá pasado algo? Con el corazón en la boca, salí de casa, tome un taxi y en todo el transcurso a casa de zaiden me sentí ansiosa, las manos me sudaban, jugueteaba con mis uñas y miraba mi móvil con la ligera esperanza de ver su mensaje en mi móvil.
Pero nunca llego.
El transcurso fue tortuoso, sentí que el viaje se alargaba de mas, pero cuando empecé a ver esas calles familiares, se me revolvió todo y sentí lo rápido que latía mi corazón. Me baje del taxi después de haber pagado, y solo me quedé ahí, enfrente de su casa. Quería tocar el la puerta pero me aterraba la idea de que no quisiera verme, aun así me arme de valentía, aun con ese malestar en el estómago.
Toque la puerta con los nudillos.
Nadie respondió, lo volví hacer y nada.
No se cuantas veces repetí la misma acción, o cuantas veces grite su nombre, pero me detuve en seco cuando una señora de la tercera edad me grita desde el otro lado de la calle.
-Hijita, no hay nadie en casa, se mudaron ayer por la noche. Debiste venir antes - sin decir mas la señora se recargo en su bastón y siguió caminando.
Me quedé helada, con la mente en blanco, no sabia que decir o como reaccionar, ¿Se habia ido?, ¿Y no me dijo nada?
Margot Fontaine tenía una carrera brillante como pianista en la elegante Londres. Un futuro armonioso junto a su perfecto prometido. Una vida construida entre lujos, conciertos y sonrisas fingidas.
A ojos del mundo, lo tenía todo.
Todo lo que -según ellos- una mujer debía desear.
Pero Margot vivía en un mundo de hombres. Uno donde el poder se heredaba por sangre... siempre y cuando esa sangre no corriera por venas femeninas.
Aunque era la única hija del líder de la organización criminal más temida de Francia, su destino estaba sellado: obedecer, callar y sonreír.
Y lo hacía. Hasta que lo conoció a él.
No era solo el socio de su novio. Era el caos hecho carne.
Un hombre envuelto en sombras, ambiciones peligrosas y una libertad que olía a pecado.
Todo lo que Margot deseaba. Todo lo que se suponía debía temer.
¿Y si en lugar de huir de él, lo dejaba entrar? ¿Qué ocurriría si ese amante prohibido se convirtiera en su aliado? ¿Si juntos intentaran derribar al mismísimo rey... su padre?
Hay cadenas que se heredan. Cadenas invisibles que oprimen, marcan y deforman. Pero no todas están hechas para ser arrastradas.
¿Será Margot capaz de romper las suyas... o terminará encadenada a una vida que no eligió, solo para no despertar al caos que amenaza con devorarla?