En un mundo dividido entre razas místicas y pactos ancestrales, los lazos emocionales son más que un riesgo: pueden ser mortales.
Kairon nació como espíritu del viento, una criatura destinada a vivir sin ataduras, a correr libre entre montañas y nubes, sin detenerse jamás.
Pero en su pecho llevaba dormida una flor invisible: una herencia genética trágica conocida como la Flor del Silencio, una enfermedad que consume lentamente a quienes se atreven a amar profundamente.
Su madre murió por ello. Y Kairon juró jamás repetir ese destino.
Pero todo cambió el día en que conoció a Eivan, un joven semi-dragón de mirada gélida, descendiente de un linaje real de guardianes mágicos. Eivan representa todo lo que Kairon debe evitar: estabilidad, profundidad, permanencia... amor.
Lo que empieza como curiosidad se transforma en cercanía. Lo que era amistad se convierte en vínculo.
Y lo que Kairon más temía -amar- empieza a florecer dentro de él.
La enfermedad despierta.
Cuanto más se enamora, más sufre: sus sentidos colapsan al oír su voz, su cuerpo sangra pétalos cada vez que lo piensa, y su espíritu comienza a desvanecerse lentamente.
Y Eivan, sin saber la verdad, empieza a enamorarse también.
Ahora, con la vida de Kairon colgando de un hilo y el tiempo en contra, ambos deberán decidir:
¿Es posible amar a alguien sin destruirlo?
¿Vale la pena un amor que mata?
¿O es mejor... nunca haberlo sentido?